Hendrix por Moebius: el encuentro de dos genios
Pocas veces se da en la realidad un acontecimiento de estas dimensiones, dos genios se encuentran, uno de los mejores ilustradores del planeta decide dibujar a uno de los semidioses de la guitarra.
Antes de subir al escenario, Jimmy
Hendrix cortaba un par de estampillas de su planilla de LSD, las pegaba
en su frente y las cubría con la banda que amarraba a su cabeza. O al
menos eso cuenta la leyenda. Nadie lo ha confirmado, pero nos gusta
creer que realizaba ese pequeño ritual, por alguna razón tiene más
sentido que lo que realmente haya pasado. Necesitamos el mito. En otra
época se hablaría sin dudarlo de posesión, el público extasiado vería a
Dionisos tocando sobre el escenario. Hoy apenas tenemos un efecto
químico y un inexistente gesto para creer que esa guitarra y esa
descomunal música siguen conectados con la realidad.
Bajo la banda parpadea un tercer ojo.
Hendrix es el chamán, el brujo que se burla de las leyes físicas que
mantienen a la imaginación encerrada dentro de los cráneos. Su música es
un eco que nos devuelve la orografía de otro mundo, un mundo en el que
puedes caminar, nadar, disolverte. Hendrix es el encantador del fuego.
Cada sonido surge como una bocanada de humo que se eleva en el aire y
forma figuras que adquieren cuerpo y vida propia. Organismos que reptan
como blandos tentáculos que lo inspeccionan todo, que evolucionan y
desarrollan escamas, ojos, patas.
Moebius es simplemente un zoologo, un
explorador que lleva un cuidadoso registro de las criaturas imposibles
que encontraron en los paisajes sonoros de Hendrix su hábitat. Dibuja
con todo detalle lo que los sonidos dictan a sus oídos, persigue a los
habitantes de ese mundo hasta sus escondrijos, asiste a la corte,
registra las ceremonias, sigue el camino del profeta viendo cómo
descompone la realidad a cada paso.
Pero entonces la música para. Moebius
suelta el lapiz, Hendrix abandona la guitarra, la aguja deja de rasgar
el acetato. Todo sigue en su lugar, nada ha sucedido, o casi nada. El
tiempo sigue mientras los planetas de estos dos genios se alejan en sus
órbitas.
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